Dios te salve, Señora de Consolacion, Virgen María, olorosa violeta de la humildad mas profunda, y encarnada rosa de claridad mas ardiente: Dios te salve, Madre generosisima del Sumo Criador. ¡Oh, Virgen suavisima, llena de todo linaje de deleites! Llegue a mi la suavidad de sus olorosos ungüentos: mi espíritu te sienta de noche, mis entrañas te deseen de día, suavemente se aficione a ti mi corazón, en todo tiempo se ocupe mi alma con grande alegría en tus alabanzas. Tú eres florido tálamo delñ Esposo, Tú paraiso ameno de sagrados deleites, Tú Madre, Tú Hija, Tú Esposa del altísimo Dios: Tú eres y serás siempre dulce esperanza mía y dulce consuelo de mi alma. Ayúdame, piadosa gobernadora, mientras navego en el mar proceloso de este siglo, y principalmente al fin de mi vida, para que alumbrándome tú, llege con bonanza al puerto del celestial Jerusalen, adonde te ame y te alabe sin fin: ea, Señora, suplícote que a la hora de mi muerte me muestres tu alegre precensia, y que consueles mis dolores y gemidos con tu hermoso rostro y con tus ojos piadosísimos, asegurome la bienaventuranza, que es el principal favor que en esta novena te he suplicado y he pedido: esperando que siendo todo para la mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas, nos lo concederá por tu poderosa intercesión tu preciosísimo Hijo Jesús, que vive y reyna con Dios Padre, en unidad del Espiritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.
Tres Avemarías. Petición. Gozos y Oración Final.
LAUS DEO